El día del medio ambiente
Parte 1: Introducción
Como ya dije en su día estoy
cursando 1 de bachillerato internacional. Es por esto que escribo este blog,
por la asignatura de CAS que es obligatoria en el IB. Pero aparte de las
reflexiones mensuales que hago en esta asignatura se pretende que a finales de
año organicemos un proyecto que hayamos creado nosotros mismos de cero.
Como habéis podido deducir por el
título, mi proyecto consiste en organizar un día del medio ambiente en mi
colegio.
Para hacer esto me he unido a dos
compañeros de clase y juntos crearemos este día en el que pretendemos enseñar a
los niños de primaria lo peligroso que es contaminar el planeta y qué podemos
hacer para evitar esto, todo a través de juegos.
Lo de crear no es del todo cierto
ya que el día del medio ambiente es el 5 de junio, pero nosotros lo
organizaremos el 10 de ese mismo mes por mayor facilidad.
En esta parte de mi blog pretendo
informaros de todo el proyecto, de las alegrías, pero también adversidades que
nos encontraremos a lo largo de su creación.
De momento lo que hemos hecho
básicamente es organizar los diferentes juegos y patios. Tarea aparentemente
sencilla pero que no lo es realmente.
Os seguiré informando de un
proyecto que tengo muchas ganas de llevar a cabo y que espero que informe a
los más pequeños y ayude al planeta, que al final es lo más importante :)
Parte 2: Primeros problemas
Se acerca cada vez más la fecha
del día del medio ambiente y mis compañeros y yo vamos poco a poco ultimando
los detalles de este día.
Entre otras cosas teníamos que
imprimir una circular que había que dar a los niños para poder informar a los
padres sobre este día y además pedir a los alumnos y familias que trajesen a
clase material reciclado para así poder hacer una actividad con ese material y
los alumnos más pequeños.
Así que pasamos por cada clase de
primaria para informar a los alumnos sobre eso e insistir sobre el hecho de que
tenían que traer material reciclado. Se nos fue un poco de las manos.
El martes siguiente Juan, Irene y
yo fuimos pasando por las clases de primaria para recoger el material
reciclado. Con la mala suerte de que pasamos por primera vez por una clase que no
había traído nada de material reciclado.
Así que
seguimos nuestro camino pensando que no tendríamos mucho material, pero ya nos
las arreglaríamos si eso pasaba. ¡Qué equivocados estábamos! En la siguiente clase
que fuimos teníamos la bolsa de un metro de alto hasta los topes de material
reciclado. Y así en cada clase que pasábamos.
Yo cada vez
que pasaba por las clases más me estresaba, empecé a ver tantas bolsas de
basura que no sabíamos dónde poner ya que eran demasiadas bolsas y no se podían
dejar en los pasillos. Así que las subimos todas a clase, yo que estaba sobre
todo ayudando abajo al subir y ver toda esa basura me asuste un poco ya que teníamos
toda la pared de clase recubierta de bolsas de basura que a pesar de ser
material reciclado no olía muy bien.
Ahora con
semejante acumulación solo había que separa lo que habíamos recogido que después
de una ardua media hora separando nos dimos cuenta de que solo necesitábamos un
cuarto de todo lo que habíamos recogido.
A nuestro
pesar tuvimos que tirar todo lo que nos había sobrado (separando el plástico del
cartón obviamente) y para hacer esto pedimos ayuda a nuestra increíble clase
que sin rechistar nos ayudaron a tirar todo en los contenedores de fuera. Algo
de lo que les estoy increíblemente agradecida porque no hubiera creído que pudiéramos
desaloja tan rápido la basura de la clase.
El problema
fue nuestra mala organización, ya que no concretamos nada a los niños (principalmente
por que no sabíamos que íbamos a hacer) y cuando llego el momento ya era muy
tarde, tanto que cuando estaba en el patio niños venían a preguntarme si todavía
podían traer material reciclado.
Pero esto también me ha permitido ver dos cosas: lo mucho que se involucran y concienciados que están los niños sobre el medio ambiente. Y la cantidad de basura que producimos en apenas una semana, que realmente no toda la que recogimos.
Pero esto también me ha permitido ver dos cosas: lo mucho que se involucran y concienciados que están los niños sobre el medio ambiente. Y la cantidad de basura que producimos en apenas una semana, que realmente no toda la que recogimos.
Parte 3: El día D
El día del medio ambiente se acercaba y cada vez había que
hacer más cosas. Para terminar todo a tiempo decidimos repartirnos las tareas.
Juan se encargaba de la organización de los voluntarios, Irene de preparar los
materiales para las manualidades de primaria y yo me encargué de todo lo que
tenía que ver con la gymkana.
Donde más problemas tuvimos fue con los voluntarios, no
porque no los habíamos buscado sino porque a última hora, muchos de ellos nos
dijeron que no podían participar, lo que nos dejó con muy pocos voluntarios. Sin
embargo, Juan se puso manos a la obra, y tras buscar mucho, y sufrir grandes
dolores de cabeza encontramos un número suficiente de personas.
Llego el día del medio ambiente y yo estaba al borde de un
ataque de nervios, todo hay que decirlo. La noche anterior soñé que todo nos
salía mal, una terrible pesadilla que empeoró mis nervios. Además, a pesar de
tener suficientes voluntarios, al haberlos conseguido a última hora no estaban
demasiado informados de en qué consistía la jornada. Quedamos con los
voluntarios a las ocho de la mañana en el colegio, algo que propuso Juan y que
fue muy buena idea ya que la gente no suele ser muy puntual… De esa manera
pudimos explicar a todos los voluntarios en qué consistía la jornada y qué papel
les correspondía.
Como ya he dicho antes, Irene se había encargado de las
manualidades. Había preparado todo el material para cada clase así que yo me
encargué de ir llevándolo a cada grupo y explicando (lo más rápido posible) la
actividad, que dependía de la cantidad de alumnos. Yo no tenía mucha fe en las
manualidades ya que pensaba que los niños acabarían aburriéndose. Sin embargo, resulto
ser todo un éxito gracias a Irene, que trabajó como nadie.
Para introducir la actividad los voluntarios tenían que poner
a los niños un vídeo (que me había encargado de escoger y enviar a cada
voluntario) sobre el medio ambiente. Después, cada curso tenía que realizar
diferentes actividades y juegos dentro y fuera del aula.
Desafortunadamente, algunas clases acabaron antes con el
video que otras, por lo que los voluntarios tuvieron que utilizar la
imaginación para cumplir con el tiempo. En este aspecto estoy muy contenta con
los voluntarios ya que supieron, a lo largo de todo el día, adaptarse e
improvisar con lo poco que tenían, y les estoy muy agradecida por ello.
Una de las sorpresas que teníamos guardadas para los niños
era que, al final del día, recibirían cada uno una flor que debían cuidar. Hacia
las 9 de la mañana, Pablo llegó al colegio con la primera tanda de flores que
repartiríamos entre los niños. Tuvimos que desplazarlas y, como no todas estaban
en perfecto estado (y yo no quería dar una flor fea a ningún niño o niña)
decidí ir arreglando las más feas. Sufrí por ello un ataque de alergia, pero ¡todo
por una buena causa!
Y mientras todo esto pasaba, me enteré de que la gymkana de
sexto de primaria había durado menos de lo esperado y que no tenían nada que
hacer, así que fui corriendo hasta el polideportivo, para conseguir unos
balones e improvisar un nuevo juego que tuviera relación con el medio ambiente
(¡gracias Juan!) y que entretuvo a los niños media hora.
Había un momento donde gran parte de las clases estaban en el
patio, jugando a los juegos que habíamos preparado. La verdad es que eso era lo
que menos habíamos pensado ya que creíamos que serían suficientes y nos parecía
que conseguir voluntarios era más importante. Esto se notó porque enseguida los
niños se aburrían o acababan con los juegos, lo que nos dejaba sin opciones.
El tiempo tampoco nos ayudó, empezó a llover y tuvimos que
llevar a los niños a clase para que siguieran jugando allí. El aspecto positivo
es que gracias a la capacidad de improvisación de los voluntarios todo salió muy
bien. También estoy contenta de haber decidido repartir los patios entre las
diferentes clases porque de lo contrario podría haber sido un desastre.
Al final de día yo estaba agotada, nunca pensé que organizar
un día así podría ser tan agotador. Sin embargo, también me sentía muy satisfecha
ya que todo había salido bastante bien. Indudablemente, hay muchos aspectos
sobre la organización que podrían haberse mejorado, pero para eso están las
primeras veces, para aprender.
Me sentí muy orgullosa del resultado sobre todo cuando iba
pasando por las distintas clases y veía que los niños se lo estaban pasando
bien y cuando mi hermana pequeña me dijo que había sido estupendo. Podemos
decir que salió mejor de lo que había soñado. Sin embargo, también soy
consciente de que esto no habría sido posible si no fuera por mucha gente; mis
compañeros de proyecto en primer lugar, quienes trabajaron intensamente, los
voluntarios que se ofrecieron y contribuyeron a que la jornada fuera un éxito
entre los niños, y por último a nuestro profesor Pablo, quien nos ayudó con la
organización y nos trajo las quinientas plantas de manera desinteresada.
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