Último día en Ikaskide

El 14 de junio (viernes) fue mi último día en Ikaskide. Después de un largo año dando clases con los niños, en este último día hicimos muchos más juegos. Esto me permitió conocerlos mucho más y pasármelo muy bien con ellos.
Al darles clase solo veía una de las caras de su personalidad, pero este último día puede conocerlos mucho mejor, hablar con ellos, divertirnos juntos y aprender los unos de los otros. 
Al final de este año, echando la vista atrás y viendo todo lo que he hecho me he dado cuenta que he aprendido mucho. Como todos, soy una persona con prejuicios; a pesar de no querer tenerlos, los tengo. Sin embargo, creo que Ikaskide me está ayudando, poco a poco, a derribar esos muros que muchas veces alzamos entre nosotros y los demás. 
En Ikaskide he podido encontrarme con todo tipo de niños que tienen diferentes vidas, problemas y mayoritariamente vienen de otro país. En mi entorno no es común ver a gente de sitios tan distintos, pero gracias a este voluntariado he abierto mi mente a nuevas personas, mentalidades y vidas. Saliendo de mi círculo social he podido ayudar a muchos niños que no tienen la suerte que tengo yo, de tener unos padres que pueden ayudarles con la tarea.
Ellos han aprendido en las sesiones de apoyo escolar, pero no han sido los únicos ya que considero que los niños me han ayudado mucho a abrir mi mente, eliminar mis prejuicios y a divertirme mucho con gente que no es de mi edad. 
Por eso quiero dar las gracias (aunque lo más probable es que nunca lean esto) a todos los niños y voluntarios que han estado este año conmigo en Ikaskide, porque me han hecho sentirme como en casa. 


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